La Comisión Europea ha abierto tres procedimientos de infracción contra España por no adaptar su legislación a tiempo a varias directivas fiscales de la Unión Europea. Estas normativas, diseñadas para aliviar la carga fiscal y administrativa de las pequeñas y medianas empresas (pymes), debían haberse incorporado al ordenamiento jurídico español antes del 31 de diciembre de 2024. La inacción del Gobierno no solo genera incertidumbre para el tejido empresarial, sino que también expone al país a posibles sanciones del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE).

Falta de transposición del nuevo régimen de IVA para pymes
Uno de los aspectos más relevantes es el retraso en la implementación de la Directiva 2020/285, que introduce un régimen especial de IVA para pequeños negocios. Este esquema permite que las pymes con una facturación anual inferior a 85.000 euros (100.000 euros si operan en varios países de la UE) puedan quedar exentas de aplicar IVA en sus facturas, reduciendo así su carga administrativa y mejorando su liquidez.
Este nuevo régimen busca armonizar los umbrales de exención en toda la Unión Europea, eliminando las diferencias entre Estados miembros. Sin embargo, España ha incumplido el plazo para su aplicación, impidiendo que las pymes españolas puedan beneficiarse de este tratamiento fiscal más favorable.
Para las empresas y autónomos que operan en el ámbito internacional, este retraso genera un escenario de incertidumbre, ya que el marco normativo español sigue desactualizado frente a la legislación europea vigente.
Inseguridad jurídica en la aplicación de tipos reducidos de IVA
El segundo expediente abierto por la Comisión Europea se debe a la falta de adaptación de la Directiva 2022/542, que otorga mayor flexibilidad a los Estados miembros para fijar tipos reducidos de IVA. En virtud de esta norma, los países pueden establecer hasta dos tipos reducidos por debajo del 15%, aplicar un tipo superreducido inferior al 5% e incluso conceder exenciones para bienes y servicios esenciales.
Este marco normativo pretende fomentar la accesibilidad a productos como las energías renovables, la higiene femenina, el transporte público, los libros electrónicos y la prensa digital. Además, permite la aplicación de un IVA cero a alimentos, medicamentos y productos médicos esenciales, un beneficio fiscal que España no ha implementado, a pesar de la directriz europea.
Por otro lado, la normativa exige la eliminación de exenciones fiscales a productos perjudiciales para el medio ambiente, como los combustibles fósiles y los fertilizantes químicos. La falta de actualización legislativa deja en una posición de riesgo tanto a los operadores económicos como a los consumidores, que podrían ver modificadas sus obligaciones fiscales de manera abrupta una vez se implemente la directiva.

Nueva clasificación empresarial y su impacto en la carga regulatoria
El tercer procedimiento de infracción contra España está relacionado con la Directiva 2023/2775, que redefine los criterios para la clasificación de empresas según su tamaño, teniendo en cuenta el impacto de la inflación. Esta actualización es crucial, ya que afecta directamente a las obligaciones contables, fiscales y de auditoría de miles de empresas en España.
Los nuevos criterios establecen que:
- Microempresas: Balance inferior a 350.000 euros, cifra de negocios de hasta 700.000 euros o menos de 10 empleados.
- Pequeñas empresas: Balance máximo de 6 millones de euros, facturación de hasta 12 millones de euros o un máximo de 50 empleados.
- Medianas empresas: Balance máximo de 20 millones de euros, facturación de hasta 40 millones de euros o hasta 250 empleados.
- Grandes empresas: Cualquier negocio que supere dos de los tres criterios de las medianas empresas.
La adecuación de estos umbrales resulta esencial, ya que determina las obligaciones en materia de presentación de cuentas, auditoría y publicación de información financiera. La demora en la transposición genera incertidumbre para muchas compañías que podrían beneficiarse de una menor carga burocrática si la norma estuviera en vigor.
Posibles sanciones y riesgos legales para España
La Comisión Europea ha otorgado a España un plazo de dos meses para notificar la implementación de estas directivas. De no hacerlo, el Ejecutivo podría enfrentarse a una denuncia ante el TJUE, lo que abriría la puerta a posibles sanciones económicas.
Desde una perspectiva jurídica, este escenario refuerza la importancia de la seguridad y previsibilidad en la normativa fiscal. La falta de actualización de las leyes nacionales a la normativa comunitaria no solo afecta a la competitividad de las empresas españolas, sino que también puede derivar en futuras modificaciones legislativas de aplicación inmediata, lo que supondría un reto para la planificación fiscal y contable de los negocios.
En este contexto, es fundamental que las empresas cuenten con el asesoramiento adecuado para anticiparse a los cambios normativos y evitar contingencias fiscales. Si necesitas evaluar cómo estas reformas pueden afectar a tu negocio o requieres una estrategia fiscal adaptada al nuevo marco normativo europeo, no dudes en consultarnos para una revisión personalizada de tu situación fiscal y regulatoria.